Nos dirigimos al Parque Nacional de Mochima una combinación de islas con bahías, playas, acantilados, arrecifes de coral, cadenas montañosas. En Playa Colorada tuvimos nuestro nuevo hogar donde pasábamos el día en la terraza jugando a las cartas. Vera me había enseñado un juego de números. y pensé que era bueno pero los más de veinte años de trabajo en un banco corrían a su favor. Siempre me ganaba y cada vez que repartía las cartas me recordaba que era una Mala. Salíamos por el jardín de la casa donde abríamos el portón metálico para salir a la calle y bajar a la playa. Compramos la comida en la única tienda del pueblo y Vera cocinaba. En la licorería el ron costaba menos que los alimentos y Nos vendían los productos por una rejilla metálica por donde se deposita el dinero
Una noche me enfermé tuve fiebre mareos y dolor de cabeza. Al día siguiente temprano por la mañana fui al médico de la comunidad justo detrás de nuestra casa el cual me dio unas pastillas y me sugirió hacerme placas y análisis de sangre ante la posibilidad de contraer la gripe aviar. La patrona del hogar donde nos hospedamos nos llevó hasta el hospital más cercano pero cuando llegamos no había nadie en la recepción pues se estaban jugando los octavos de final del Mundial» Brasil-Holanda». Había un televisor encima del mostrador de la recepción y al otro lado en los asientos de espera médicos enfermeras pacientes seguridad y empleados todos estaban animando a Brasil. Vera no podía soportar la presión del partido y se fue del hospital en los minutos finales. Yo me mantuve sentado por unos minutos más y luego salí a buscar a Vera que no había regresado donde la encontré comiéndose las uñas apoyada contra la puerta de un bar. Brasil había perdido y regresamos a hacer los análisis pertinentes.
Seguir los partidos del Mundial se convirtió en toda una odisea. Cuando no faltaba la luz el generador se estropeaba cuando funcionaban los canales la televisión no daba buena señal así que decidimos irnos a la Isla Margarita.
ISLA MARGARITA
Allí como era una isla turística no tendríamos problema para ver los partidos. De todas formas fue en ese lugar donde tuvimos nuestra primera riña de pareja. De repente la belleza de tantas mujeres me hizo dudar de mi relación con Vera y empecé a anhelar una una vida sin compromiso. Ella notaba mi vacilación ahí comenzó la pelea.
Durante tres meses viajamos juntos pero nuestra aventura estaba terminando. En el fondo no quería asumir una relación seria y a pesar de lo feliz que había sido a su lado Intenté ser lo más sincero que pude con Vera, aunque fue difícil decirle toda la verdad era también necesario. Sabía que la estaba hiriendo y que el apego que ella sentía por mí era más intenso que el que yo sentía por ella pero si no se ponían las cosas claras en ese punto todo podía terminar peor. Ahora que lo pienso simplemente tuve miedo del amor y no me decidí a dar ese paso porque sentía que no estaba preparado. Deseaba ser como Peter Pan un niño eternamente y otras inquietudes como viajar me motivaban más. Nuestro encuentro fue pasional pero después de la pasión llegaba el amor y aquel paso de enamorados no lo habíamos dado todavía. Vera se acercó a mí aquella vez no me llamó “Mala”sino Carlos.
—Carlos tanto te cuesta decir la palabra amor. El amor es lindo y no hay que tenerle miedo pues tu corazón es grande pero está oculto. Debes abrirlo algún día «Te cuesta tanto decir te quiero, cariño, te amo» porque es tan bonito estar felices y enamorados. A nuestra edad el amor se construye con admiración respeto y dedicación también se trabaja como la tierra de donde brota la vida. He aprendido mucho contigo porque todos soñamos con conocer el mundo. Esto parecía una empresa más fácil sin embargo la vida de viajero no es fácil y he descubierto que no la quiero para mí. Realmente me has abierto los ojos así que en Caracas termina nuestra aventura. Regresaré a Brasil a trabajar e igualmente podemos volver a encontrarnos en tu camino o también si quieres puedes venirte conmigo.
Sin embargo después de pensarlo bastante decidí continuar mi viaje solo, a favor de mi libertad y de mi incontenible deseo de seguir adelante tuve que sacrificar esa bella promesa de un futuro compartido. No fue fácil para ninguno de los dos pero llegó la hora de la despedida como llega todo en esta vida. Viajar es como el amor solo puedes parar cuando te cansas le respondí a Vera sin poder evitar un nudo en la garganta. Era feliz a su lado pero no estaba preparado para desistir del viaje y llevar una vida como la que ella me proponía porque justo de ese tipo de estabilidad huí al salir de España y no quería que el apego amoroso hacia una persona me cortara las alas. Por entonces sólo sabíamos que iríamos a Caracas pero antes debíamos ver la final del Mundial.
ESPAÑA HOLANDA FINAL COPA DEL MUNDO 2010
España y Holanda jugaban la final el día que nos fuimos de la Isla de Margarita a la ciudad de Cumaná. Al llegar al puerto encontramos un bar abierto y allí mismo nos quedamos a verlo. Vera estaba muy contenta por mí y también quería que ganase España por lo cual abrió una botella de ron que llevaba de regalo para Brasil. La sacó a escondidas para ponerla encima de la mesa y pedimos unas Coca Colas. Fueron tantos los nervios y la emoción de los minutos finales que sin darnos cuenta nos bebimos la botella entera. Nunca se me olvidará ese gol de Iniesta con el que España se proclamó campeón del Mundo. Fue día de fiesta en Venezuela.
DESPEDIDA EN CARACAS
Había sido una aventura maravillosa y para ambos un aprendizaje pero había llegado el momento de separarnos. Cariñosamente al final de nuestro viaje Vera me había cambiado el nombre de “Mala” por mi querido vagabundo. Estuvimos un par de días en Caracas y luego Vera me acompañó a la terminal de buses donde finalmente nos despedimos. De ahí tomé de nuevo un bus hacia Colombia pero aquella vez para no correr riesgos compré un boleto directo hasta Cartagena de Indias. Nos despedimos rápidamente pues el taxi paró al otro lado de la estación donde había mucho tráfico y todo fue muy azaroso. Vera se fue aquel día con su collar de Sol en el cuello y yo me quedé pensando que tal vez nunca volvería a verla. Sentí un hondo vacío sin embargo no podía haber sido una despedida mejor fugaz al borde de una carretera entre el zi zageo de los coches y un turbio aire contaminado. En medio del aparente desorden me fui sin haber sabido amar dejando atrás a una mujer bella e inteligente a la que no fui capaz de entregarle mi corazón sin reservas. Pero así tenía que ser y debía aceptar mi decisión el inescrutable orden de la vida.
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