En la estación de la Pedrera vendían billetes de a pie para el autobús de la una tarde con destino Punta del Diablo pero como era verano e iban todos llenos de gente y viendo la limitación que yo tengo en la pierna preferí esperar y hacer una reserva para las cuatro de la tarde con asiento.
Punta Del Diablo un pueblito de marineros que aunque haya crecido mucho con el turismo sigue sin abandonar su espíritu pueblerino sabiendo mezclar los ranchos con las casitas alpinas de verano. Ese tono informal y tranquilo mezclado con el agite de la gente que llega a vacacionar baña de color las playas de pescadores y hace de sus peñones rocosos un lugar de descanso. Son las vías de arena la única carretera que hay cuando pasan los autos de segunda mano y se acerca a la ventanilla del coche el niño silbando para vender sus nubes de caramelo.