Me encuentro en la frontera del chuy entre (Uruguay- Brasil ) hospedado en una hostería a escasos 100 metros de la terminal de ómnibus. Por primera vez desde que salí de casa puedo gozar de una habitación individual con el techo compuesto de tablillas de madera que mantienen el calor como en una sauna. Cuando abría la puerta un fogonazo de calor entraba y lo primero que tenía que hacer era prender el ventilador. A pesar de todo estaba contento pues al no compartir habitación también podía de ese modo instalar mi pequeña oficina.
En la frontera del Chuy que conecta Uruguay con Brasil existe un mercado libre de impuestos por lo que hay todo tipo de productos en las tiendas desde electrodomésticos hasta material de sonido televisión y fotografía. Abundan las tiendas de perfumes estética y belleza. En medio de tanto comercio era difícil reconocer la frontera pero de repente todo cambió cuando entré a comer a un restaurante. En aquel local se pagaba un precio fijo por un Menú libre donde cada poco iban sirviendo los diferentes cortes de carne que había. Entonces el rodizio como se llama en Brasil había sustituido al Asado Uruguayo y el género musical tranquilo del Tango se había ido para escuchar el ritmo vibrante de la Samba. Los aires brasileños se hacían sentir con fuerza dándome la bienvenida a una nueva aventura.