La vida de una persona es como las hojas de un árbol un día luce hermosa y de pronto se vuelve más débil cambia la pigmentación ves cómo los tejidos se apagan y su tronco desnudo termina sirviendo de alimento para los insectos. La muerte es una compañera de viaje ese gran enigma de la vida antes de ser resuelto aguarda. Críticamente enfermo al ingresar en la UCI no tuve tiempo a decir a mis amigos que no llorasen si llegara a morir para que echaran un culín de sidra por mi cuando estuvieran de fiesta. Quizás estoy hablando de algo que no llegó aún. Sobreviví a la muerte como una madre que no sabe que está embarazada sin enterarme que estuve tan cerca de ella. Lo más triste de cerrar los ojos e irme de este mundo sería el pensar que he dejado tantas cosas por hacer. Perecer sin sentirme realizado por no haber conseguido aquello que tanto ansiaba. Todo hombre debería estirar la pata en plenitud con la misma mágica belleza de los árboles en la naturaleza. Tendría la morfina que aliviar mi dolor para despertar y darme cuenta que aún tenía que darle sentido a mi existencia aferrándome al ser igual que una Llámpara se adhiere a la roca. Ese pequeño molusco marino se agarra a la vida con la misma fuerza que una madre trae un hijo al mundo. Me alegra mucho haber nacido escribir esta historia genera en mí un estado de paz interior que quiero trasmitir por la felicidad de existir. La vida es un regalo que hay que abrir como el corcho de la botella con el mensaje que uno lanza al mar. Hay luz, esperanza, oscuridad y tormento pero desafía al mejor truco de magia por eso es extraordinariamente misteriosa. ¿Quién soy si no me conozco? Desvelar por qué el amor toca el corazón o la rosa de la flor es roja «Eso es abracadabrante». No pido tocar las estrellas pero si voy a vivir sin conciencia probablemente es mejor desprenderme de ensoñaciones.
Siendo un adolescente sentí la necesidad de dejar la seguridad de mi zona de confort para salir a buscarme la vida. Abandoné mi trabajo de camarero en el bar de mis abuelos y me forme como oficial en el montaje. Salir de casa fue lo que me permitió conocer parte de mi país y el extranjero. Siempre viviendo en lugares diferentes mudándome de un lugar a otro. Así era como yo podía financiar mis viajes.
Teniendo en cuenta la alegría que me provocó mi deseo de acercarme a las personas y conocer países. ¿Por qué tanto miedo a salir del cascarón? ¿Cómo es que me gustaba tanto ver cosas nuevas? Aquel día las preguntas que rondaban en mi mente se convirtieron en una profecía que no tardó muchos años en verse cumplida.
También puede ser que adquirí el derecho de viajar por mi pasión al cine. Desde pequeño uno de mis mayores hobbies consistía encerrarme en la habitación a ver películas de video. Me imaginaba como aquellos personajes navegando por los mares del sur atravesando selvas tropicales y viviendo aventuras por todos los rincones del planeta. Siempre perseguiría mi sueño de viajar. Encima de mi mesita siempre tenía un atlas el cual miraba una y cien veces. Había roto las hojas de tanto usarlas una y otra vez. Así fue que viajé tanto mentalmente por sus páginas que acabé colgando un Mapamundi en la pared de mi habitación. Desde que tuve uso de razón dar la vuelta el mundo significó para mí el mayor reto de mi vida. No llegaría un momento de quietud porque aquel afán me sustrajo de los demás intereses. Un día me dijo un hombre que significa el poder para él, construirse un muro que te aísle de la realidad personas que pueden aislarse del resto de los mortales desde su castillo de hipocresía. Realmente creo que vivía encerrado en una burbuja. Por convicción la experiencia me dice que si te asomas a la puerta uno tiene miedo de proyectarse hacia afuera. Como si cruzándola se diera el paso hacia un abismo. Es temerosa y también hechiza. Mi sangre de viajes nunca se saciará, mi alma solo tenía desasosiego y brotaba en mí el ansia de volar hacia lo desconocido.
Una tarde recibí la noticia que la mejor solución era amputar la pierna. Aquel fatídico día que salté desde el primer piso de mi apartamento por la ventana a la calle para no faltar al trabajo mejor yo estaba pensando en otra cosa. Por un mal traspié en la caída sufrí una fractura que más tarde se convirtió en una grave infección provocada por una bacteria. No podía creer que cada día que pasaba yo empeoraba. Pasaron muchos días hasta que sucedió el milagro y lograron prevenir la infección del bicho. Aunque salve el miembro inferior eso no me libró de entrar repetidas veces al quirófano. A partir de aquel momento pensé que mi vida ya nunca iba a ser lo mismo. Daba horror verme en la residencia tan débil y consumido tras cuatro meses hospitalizado. ¿De dónde podía sacar fuerzas para soportar eso? Yo no se lo deseo a nadie.
Poco después de haber vivido el momento más duro de mi vida cuando me dieron el alta y regresé a casa me vi envuelto en otro nuevo episodio que me sumió en la frustración cuando contaba los días y no se cumplía la expectativa de lo que esperaba. Todo fue muy lento pero siempre fui fuerte. Os cuento cómo conseguí ganar esa batalla de cuatro años «Con la promesa de que cuando saliera de aquella lucha personal me iría a dar la vuelta al mundo». Fue aquel mapa en la pared el ángel anunciador una fijación mental que me hacía sacar fuerzas aun cuando no las tenía. Allí estaba imaginándome una fantasía espiritual que no tenía tiempo ni espacio por muy bella que pareciera. Mi voluntad de soñar inasequible al desaliento. Un sentimiento interior al que me aferré desesperadamente que cada día que pasaba resistía y aún se negaba a rendirse.
Al final una deformidad del pie “equino” que se encuentra permanente en una posición de flexión plantar me limita el andar, sostener bien el cuerpo. Cuando recibí la noticia que me habían jubilado con el 55% respire hondamente. Entonces un día mirándome al espejo me dije ¿qué tal te ves trabajando sentado en una oficina? La verdad me sentí horrible. Tener un trabajo fijo y un horario establecido sin ser inspirador para mi yo siempre lo vi como algo abominable. Yo no estaba hecho para eso y decidí perseguir mi sueño el de los grandes exploradores. A veces uno toma decisiones que no tienen vuelta atrás y no son fracasos ni victorias es el camino que cada uno escoge en su voluntad. Creí que aquel era el momento de cambiar mi vida sin esperar que la vida me cambiase a mí. Tenía que pasar el milagro de estar vivo por ende aquella luz oscura se convirtió en divina.
Mi equipaje: cuatro mudas un portátil la bandera de Asturias la virgen de Covadonga que me dio mi abuela y un bastón de por vida como principal apoyo. Deseaba transformar mi vida pues me sentía carente de emociones verdaderas y emprender semejante aventura además de un sueño significaba también una huida. Aunque recorrer miles de kilómetros no constituía la solución que buscaba para mi existencia quizás algún día el camino me daría la respuesta o tal vez alcanzaría esa paz interior que tanto anhelaba. Lo confié todo a mi fé inquebrantable y a la experiencia de caminos anteriores a otros viajes a ultramar. No elaboré ningún plan de acción. Me desprendí de todo lo material dejé atrás la familia los amigos todo lo que más quería en este mundo que es mi abuela. Sin una fecha de regreso entregué mi vida a la incertidumbre por una senda que sólo dios conocía. Yo quería buscar el sentido de la vida siendo el espíritu libre que soy, bautizarme como un nómada en el camino. “Pobre loco infeliz”. Escuche al partir.
Este escrito no es la historia de mi accidente ni de cómo superar un problema sino de cómo un evento tan circunstancial cambio mi propia existencia sin sospechar. No a todo el que salta por una ventana le cambia la vida, o a lo mejor sí.
No quiero decir con esto si te pasa algo malo entonces suéltalo todo y vete ese no es mi mensaje. Lo quiero contar para desahogarme como una invitación a viajar a no aguardar lo bueno y lo malo. Para que no esperen un drama sino una aventura. El propósito de este libro es compartir vivencias e inspirar a aquellos que desean un despertar en sus vidas. Demostrar que se pueden alcanzar esos sueños con barreras si los persigues apasionadamente.Todo es posible nada es seguro da un paso adelante y veras hasta donde puedes llegar.
Los hechos narrados en este libro son reales si bien en ningún modo puedo hablar de verdades o falsedades absolutas. Es simplemente mi mirada al mundo que no trasciende más allá de mi propia experiencia. He cambiado el nombre de algún personaje para guardar así su anonimato o protección de identidad. Desde la fecha citada hasta el día de hoy aún presente sigo haciendo del viaje una filosofía de vida. Muchas de estas palabras están inspiradas por los maestros que he ido encontrado por el camino. Por eso quiero decir que la mitad de esta obra la escribió el autor la otra la calle.