En Pocitos nos hospedamos en un hotel en su mayoría huéspedes extranjeros de vacaciones que Recorríamos el paseo de la playa arriba y abajo. Era evidente que Montevideo no se limitaba solo a la costanera de la playa, acercándose a la plaza independencia uno podía conocer mejor su pasado. Solo teníamos que atravesar la Puerta De la Ciudadela y caminar por la peatonal Sarandí entre palmeras y viejas casonas señoriales, cafés, librerías, feria de antigüedades y libros de segunda mano. Estaban los que preferían bailar un tango en la plazoleta, leer el periódico del Quiosco sentado en un banco o escuchar música criolla, y esos pintores en la calle dándole color y luz a la ciudad vieja. Y es que por el mismo puerto llegaron en barcos los europeos atraídos por la riqueza de Sudamérica.