Es una tarde lluviosa , bordeando la costa seguimos la estela de las montañas que sobre nuestras cabezas reposan , lugar enclavado entre montañas con vistas hermosas , la naturaleza nos regala con fuerza un poco de su tiempo pero nos tapa la visibilidad , sobre el puerto los puestecitos de pescados y mariscos esperan que la lluvia amaine , las sillitas están ahora vacías y nos esperan de vuelta para subir al cerro , solo la ventanilla del coche es testigo ahora de este enclave , llueve sobre mojado cada vez mas , subimos al cerro nublado e intermitente y manejamos despacio .
Es así como conocimos sus imponentes cerros y esta ciudad balneario del porvenir , sueño en la que Francisco Piria dedicaría sus mayores esfuerzos .