En donde me encontraba fije mi mirada al frente. Más allá a unas setecientas millas náuticas tan solo a diez horas de viaje por mar podría alcanzar de nuevo el continente africano. A pesar de todas las vicisitudes con las que había lidiado añoraba África era como una droga y me faltaba aquella dosis. La compañía de Ferries Grimaldi Lines hacía la travesía dos veces por semana por lo que compre en caliente aquel billete sin pensárselo mucho. Después regrese a mi alojamiento en la vía roma para descansar y al día siguiente salí por la mañana del puerto de Palermo en barco llegando en la tarde noche a Túnez.
Había regresado al África por un impulso emocional. Lo bonito del viaje era que mi vida no se guiaba por un calendario establecido. A mi llegada a Túnez me llevaron a un control exhaustivo y pensé que siendo extranjero eran simples trámites rutinarios después de todo no sabía porque me prohibían salir por la puerta principal de la terminal marítima. Por cabezonería conseguí salir a la calle en un descuido del guardia y una vez afuera me encontré todo paralizado pues tampoco trabajaban los taxis y todo lo encontré lo vacío. Conseguí llegar al centro pagando un tipo que me llevó en su coche desde la terminal marítima. No era normal lo que estaba sucediendo puesto que la situación era bastante tensa al no ver a nadie circulando por aquella carretera. La ciudad parecía estar en un estado de alerta puesto estando todas las calles y carreteras vacías cada poco nos encontrábamos con controles antidisturbios y militares armados que nos cerraban el paso. No se que es lo que hablaba el conductor con los militares pero enseñándoles mi pasaporte nos dejaron pasar. El presidente tunecino Beji Caid Essebsi había decretado el estado de emergencia en el país por treinta días y toque de queda en la capital y sus suburbios a partir de las 21.H 00 hasta la madrugada a las 05h00 tras el atentado contra un autobús de la seguridad presidencial que había dejado doce muertos, en mayor medida dramáticos atentados habían sido perpetrados meses atrás en el museo del Bardo y un hotel en la costa en Port El Kantaui.
En aquel momento Túnez vivía una lucha contra el terrorismo y la ciudad se encontraba en estado de excepción. Conseguimos llegar con la ciudad en toque de queda a la entrada de la medina donde había varias patrullas de cuerpos especiales protegiendo todo el perímetro y en aquel punto nos tuvimos que bajar del coche. Una vez me interrogaron y les explique el motivo abrieron las espigas de una de las entradas que protegían el perímetro y me escoltaron los soldados por las callejuelas vacías de la medina hasta la direccion que tenia de mi hostal donde piqué al timbre y un hombre salió a recibirme. Descanse aquel día y a la mañana siguiente amaneció soleado en Túnez. Todas las calles habían cobrado vida.
RUINAS DE CARTAGO
Las Ruinas de Cartago que fue una importante ciudad de la Antigüedad fundada por los fenicios procedentes de Tiro en un enclave costero del norte de África a 17 km de la actual ciudad de Túnez. Cartago fue durante mucho tiempo una ciudad más próspera y rica que Roma. La República cartaginesa se enfrentó a la República romana en las guerras púnicas por la hegemonía en el Mediterráneo occidental siendo derrotada totalmente en el 146 a. C lo que supuso la desaparición del Estado cartaginés y la destrucción de la ciudad de Cartago.
SIDI BOU SAID
Sidi Bou Said un encantador pueblecito costero situado en una colina a unos 20 km de la ciudad de Túnez. sus pintorescas calles venden artesanía de cerámica, platos de latón grabados con bajorrelieves. etc. En sus calles adoquinadas uno puede ver las impecables fachadas blancas de puertas ventanas y rejas azules que se dispersan al azar a lo largo de callejones sinuosos. Bajando por unas escalinatas disfrute aquella mañana en una de las terrazas al aire libre un delicioso té con las hermosas vistas mirando al mar Mediterráneo. El pueblo también alberga el centro de Música Árabe y Mediterránea en el palacio de Rodolphe d´Erlanger que contribuyó en gran medida a la notoriedad del lugar al revalorizar la arquitectura tradicional tunecina. D´Erlanguer era pintor, orientalista y escritor sobre la música árabe y del Magreb.
HAMAMET YASMINE
Hamamet Yasmine era un enclave turístico ciudad balneario de extensas playas y jardines con aroma a Jazmín. Más al norte (entre Hamamet y Nabeul) el barrio antiguo con sus bazares el fuerte de la medina y sus murallas. Pase unos buenos días en Yasime descubriendo a los tunecinos que se desviven por atender. Yasmin Hammamet a unos 10 km de Hamamet pueblo, a unos 80 km al sur de Túnez capital.
lA MEDINA Y SUS ZOCOS
De regreso a la capital me dedique a hacer lo que más me gustaba descansar y relajarme sin más oficio que perderme en el laberíntico entramado de los mercados tradicionales. Aquellos días que la ciudad estaba en Excepción la vida fluía normalmente. Yo caminaba por los Bazares y Zocos donde transcurría la vida social de la ciudad antigua en un encuentro abierto y comunicativo característico de los países árabes. El aroma de las especies invadía las calles y me sentaba con los estudiantes bajo las cúpulas a beber un té con piñones. Siempre todos los días por las mañanas en el mismo lugar disfrutaba mi comida favorita a la hora del desayuno (Lablabi) cojia mi tazón de barro y desmigaba el pan sobre los garbanzos con aceite de oliva y limón donde escalfaba un huevo complementando el plato con atún alcaparras aceitunas y trocitos de carne Siempre estaba lleno de gente aquel local y si llegaba más tarde del mediodía se acababa el plato de Lablabi. la gente se comportaba amigable y no había ningún conflicto. Aquellos recientes ataques yihadistas habían sido perpetrados por un grupo de fanáticos terroristas por lo que es triste juzgar a justos por pecadores.