PUERTO MALDONADO
Al otro lado de Brasil un joven nos recogió para llevarnos a la estación de Puerto Maldonado, una ciudad del sureste del Perú capital del departamento de Madre de Dios situada a orillas de la confluencia del río Madre de Dios y el río Tambopata. Viajamos en una mototaxi que es una moto lineal con dos ruedas atrás y un carro con asiento para dos o tres personas. Nos divertimos en grande saltando con los baches aquel día ya que la mayoría de las calles estaban sin asfaltar en una ciudad donde proliferaba la minería ilegal madereros y buscadores de oro. El vínculo con Vera iba creciendo con las nuevas sensaciones. En un abrir y cerrar de ojos atravesamos la ciudad de Maldonado y ya estábamos subidos en un autobús rumbo Cuzco con ganas de nuevas aventuras. La llanura daba paso a la montaña y las hojas perennes de color verde se fueron para dar paso a formaciones rocosas con colores minerales. Eran grandes picos llamados Apus en Quechua» Espíritus de las montañas que protegen los pueblos de Los Andes». Hacía mucho frío cuando nos bajamos en una de las paradas y vimos a los indígenas vestidos con su indumentaria tradicional; Su gorro en la cabeza los guantes en la mano y una bufanda tapando su rostro. Vera que era bastante escrupulosa sufría por la poca higiene de aquellos parajes y al pedir un café no lo bebió pues el hombre que se lo sirvió metió sus dedos índice y corazón entre la taza así como manoseo con sus manos la comida que había pedido. Por cosas así el camino se le hizo largo y pesado a Vera y fue por ese motivo que de poco le sirvió el tener enfrente los bellos paisajes andinos
CUZCO
Cuando llegamos a Cuzco temprano en la mañana debimos aclimatarnos a la altura por lo cual buscamos alojamiento y descansamos. Al día siguiente se curaron todos los males bebiendo una copa de vino y mirando por la ventana desde un bar de la Plaza de Armas. Hay pocas plazas tan hermosas y nos encontrábamos emocionados aquel día mirando desde arriba en la terraza la catedral de piedra rojiza con sus tres naves y planta rectangular presenciando en sus escalinatas bailes tradicionales. Iban vestidos los indígenas con polleras ponchos y mantas gruesas cubriendo sus orejas con gorros de lana. Se dibujaban a los lejos el perfil de los cerros montañosos mientras el camarero Chikan nos comentaba que allí arriba en la explanada o ciudadela de Sacsayhuaman algo que no es de este mundo llegó para dejarnos evidentes señales que no estamos solos. Chikan nos decía que aún hoy no podía comprender cómo los Incas pudieron subir los enormes bloques de piedra. Resultó ser uno de aquellos balcones de madera cincelados un buen mirador desde donde podíamos observar cómo transcurría la vida abajo en la plaza viendo de ese modo cruzar a una familia con una Llama » El Animal Andino De Lana Rizada». En el medio de la misma tocaba un hombre la zampoña compuesta por tubos a modo de flauta donde se erige el monumento del noveno gobernante pachacutec símbolo de la grandeza de la civilización antigua. Lo que antes de la llegada de los españoles fue el centro religioso administrativo y cultural del imperio Incaico hoy se conserva con su influencia colonial » La Iglesia Compañía De Jesús y Capilla Triunfo son claros ejemplos de ello».
MACHU PICCHU
Fue al día siguiente cuando subimos en bus por una carretera que serpenteaba emocionados hacía Machu Picchu que fue apareciendo paulatinamente ante nuestros ojos y de pronto aparecieron las ruinas que estuvieron escondidas por tanto tiempo entre las montañas en medio de aquella vastedad de selva. Miré a Vera que estaba más guapa que nunca vestida con una camiseta azul y la coleta recogida por dentro de su visera. Por primera vez compartía una vida en pareja durante veinticuatro horas y aunque estaba más verde que un pimiento en el amor nada impidió que nos fuéramos acercando cada vez más.
La montaña con nariz y perfil inca de Waina Pichu influía sobre nosotros con su majestuosa presencia. Era inevitable sentir cómo su fuerza invisible acercaba nuestros corazones. Machu Picchu nos unió para siempre y para recordarlo nos regalamos dos collares en símbolo de lo vivido: » Uno Era El Sol» » Otro La Luna». Vera escogió el Sol y yo la Luna.
Abrazandonos uno al otro apareció delante nuestra la roca tallada de Intihuatana, un reloj solar que marca las estaciones de siembra y cosecha. Entonces mirando aquel monolito perfectamente alineado que sirvió de observatorio astronómico y para hacer los rituales sagrados recordé lo que nos había dicho aquel día en el bar Chikan el camarero Quechua » Aquellas piedras parecen haber llegado hasta aquella ciudad sagrada movidas por fuerzas sobrenaturales»
De pronto, mirando las montañas desde el templo de las tres ventanas, me di cuenta que lo que parecía incuestionable era que algo de energía cósmica había, ya que los incas adoraban a Inti» El Dios Sol» . Esa misma energía parecía darnos las fuerzas necesarias para seguir viajando juntos.
LIMA
Del Cuzco nos fuimos en dirección a Lima la capital del Perú. La pesadez de casi un día de viaje acompañado de Vera se llevaba mucho mejor y nuestra relación a pesar del cansancio acumulado seguía adelante. Amanecimos en la carretera entre llamas y vicuñas en medio de pueblos de adobe en los valles andinos. Cuando recuperamos fuerza del viaje ya en la capital nos fuimos a conocer la Lima jaranera de antaño con sus bares centenarios.
MÁNCORA
Después de unas copas de vino por la capital nos trasladamos a la pequeña e inquieta Máncora, una ciudad para surfistas y amantes de la vida playera. Un día me puse un vestido de Vera y caminé por la playa mientras ella me grababa con su móvil.
—Carlos eres una Mala –Me dijo cariñosamente.
—¿Qué es una Mala? –Pregunté.
—Un dicho de Brasil algo así como llevar encima una maleta consigo o una carga. Carlos estamos apasionados después de la pasión viene el amor y luego el matrimonio. Apasionado enamorado y casal se dice en Brasil. Sabes que lo nuestro es una fuerte pasión.
Eso creía yo también porque sentía una pasión tan grande que surgía en cualquier lugar: en el río, en la playa, en las aguas termales, por los caminos. Vera enseguida se dio cuenta de que viajaba con un chico bastante loco y espontáneo sin una brújula o libro que marcase la dirección. Quizás no le gustaba mucho ese comportamiento sin embargo para mí era necesario y también era una pasión.
—Estoy aburrido. ¿Podemos tomar unas cervezas? –le dije a Vera.
—¡Cuando te aburres tomas cervezas! –dijo.
—Pues sí muchas.
—¿Crees que eso está bien?
—Pues claro en mi barrio eso está de puta madre y se llama “Pillar Un Ciego”.
—¿Y puedes hacer eso económicamente viajando?
—Claro.
—Tú realmente eres una Mala —me decía Vera por no decirme que no tenía arreglo.