Deje la ciudad de Queenstown para dirigirme hacia la costa atravesando el Paso de Haast, un cañón se precipitaba al vacío durante el recorrido en bus donde tuvimos que cruzar las vigas de acero del puente para seguir adelante.
Yo tenía que alcanzar la Isla Norte y me quedaba todavía un largo camino por delante para llegar a coger mi vuelo de salida del continente hacia Nepal en Auckland a la fecha estipulada.
Acostumbrado a la vida nómada avanzaba entre praderas verdes rodeado de miles de ovejas y seguía haciendo auto-stop mi verdadero compañero seguía siendo el bastón ese objeto que a lo largo de los años había cobrado vida al convertirse en otra extensión de mi cuerpo y al cual le puse el nombre de Kaili en recuerdo a la ciudad China donde lo compre. Hemos vivido mucho juntos mismamente en Nueva Zelanda me percaté de nuevo de su presencia sentados juntos en el prado mirando el agua pura de los lagos, caminando por los senderos rodeado de playas cataratas y frondosos bosques, observando los glaciares en retroceso que descienden de los montes y asomándonos a los acantilados de rocas erosionados para darme cuenta que la vida junto a Kaili era más profunda.