Justo en esos días se aproximaba un huracán podíamos ver a mucha gente comprando provisiones guardando los coches en los garajes y preparando sus hogares para la tempestad. Se decía que entraría con fuerza por Cozumel y llegaría a la Costa. Nos mandaron a desalojar la habitación en la que estábamos hospedados seis personas por posibles riesgos y nos vino al pelo porque nos trasladaron a una habitación privada con baño para los dos por el mismo precio. Alquilamos un coche y seguíamos las noticias en la radio aunque poco conscientes del peligro fuimos a la caza del “Gorrón” como Topo llamó al huracán en aquel momento. Cuando llegamos a un camino que estaba cerrado por un muro con cadenas nos bajamos del coche para abrirlo y entrar de ese modo hasta la playa. Era un lugar tranquilo rodeado de lindas casas donde aparcamos a la espera de la llegada del Gorrón. Era chiquita aquella playa donde nos tumbamos en la arena bajo un árbol pero una vez nos dimos cuenta que el viento soplaba muy fuerte y la marea estaba subiendo muy rápido lo mejor que hicimos fue irnos corriendo de aquel lugar.