En el aeropuerto de Cancún esperaba impaciente la visita inesperada de mi amigo Topo. La verdad no daba crédito que dentro de unos minutos aparecería por la puerta. Cuando lo vi llegar ligero de equipaje nos dimos un gran abrazo que valió para recargar mis energías por mucho tiempo. Sin duda fue una sensación increíble volver a encontrarme con él y poder abrazarlo.
Enseguida nos acercamos a la zona hotelera de Cancún donde nos hospedamos y una vez dejamos las mochilas salimos a dar una vuelta. En realidad Cancún conocida por sus playas, los numerosos centros turísticos y la vida nocturna no era el México que esperábamos por eso fue que al día siguiente salimos en busca de aventuras no sin antes pegarnos un baño en sus azules y cálidas aguas.
