Skopie en (Macedonia) me recordó a la ciudad de Astana (Kazakstán) un tanto vistosa con edificios megalómanos, cantidad de monumentos, estatuas y memoriales.
Y entonces, en medio de un amplio espacio abierto miré a mi alrededor donde todo me daba sensación de pretensión donde una fuente estaba coronada por una gigante escultura en bronce de Alejandro Magno montado a caballo. Pero no solo fue eso, a cada paso que daba encontraba monumentos por todos los lados que radiaban delirios de grandeza. Todos ellos de vastas proporciones adornan la ciudad como si fueran gigantes piezas de ajedrez colocadas por todo el tablero. Edificios de la época comunista decorados con frisos, bajorrelieves, molduras y enormes carteles de publicidad en sus tejados circundan la plaza donde se unen las tres calles principales.
Cuando me dirigí unos metros hacia el rio Vadar a cruzar el puente de piedra con sus trece arcos, no pude evitar fijar la mirada en los dos antiguos barcos restaurantes de madera que hay varados a la orilla. Son como parches remendando un hueco roto del pantalón. Entonces volví la mirada hacia los otros dos puentes que atraviesan el río» el del arte» «la civilización» y los vi saturados de faroles con sus estatuas de eruditos a tamaño natural.
Era una rara sensación que contrastaba si uno miraba al otro lado del puente con sus nuevos y modernistas edificios gubernamentales. Esos museos y memoriales de estética neoclásica con sus columnas y frontones de líneas puras, simétricas y abombadas cúpulas.
CARSIJA BARRIO TURCO
Cuando seguí caminando una vez llegué a la otra orilla del puente todo cambio. Rodeado de teterias, tiendas de cuero, alfombras, joyerías y Minaretes me vino el recuerdo del viejo bazar de Barsayica» en Sarajevo». De modo que pronto descubrí que estaba en Carsija» el barrio turco» localizado en la parte vieja. Aunque no había gente cuando yo lo visité me senté a cenar cayendo la noche una bandeja de carne y verduras acompañada de una cerveza local. De vuelta por el mismo puente de piedra llegué a la plaza y salí por uno de sus lados donde me encontré la puerta de Macedonia. Un arco del triunfo que conmemora la independencia. Aquel contraste entre lo Megalómano, lo nuevo y viejo mis ojos ya lo iban asimilando de una manera más natural.