Desde el puerto de Padangbai me trasladé en lancha rápida hasta las vecinas islas de Lombok. Este grupo de tres islas, Gili Air, Gili Nemo, Gili Trawaran, son destinos conocidos para el buceo, el descanso o para salir de fiesta. Cuando llegué a Gili Trawaran, el mar, que estaba reposado, acunó la embarcación hasta la misma arena. Fue bajarme de la lancha, dar un salto y poner el pie en la playa, igual que lo había hecho en Kho Lipe; sentí esa sensación de desahogo y reparador descanso al tocar tierra.
De igual modo no había carreteras, coches o aceras. Eran pequeños caballos los que tiraban de carros que iban cargados de equipaje. La playa estaba llena de modestos alojamientos, bares, escuelas de buceo, y pululaba la gente, arriba y abajo, con sus mochilas.
En tan solo una hora se podía rodear toda la isla. Una vez me acomodé, lo primero que hice fue contratar el tour en barco que me llevaría desde Lombok hasta Labuanbajo, un pueblo costero de la isla Flores. Aquellos tres días de espera hasta la fecha estipulada para la partida, la diversión no faltó.
Los carteles de los bares anunciaban: Prueba setas alucinógenas mágicas, te llevarán al cielo. Se vendían batidos felices a la carta e incluso se podía pedir una tortilla a domicilio. Las estrictas leyes de indonesia contra las drogas se pasaban por alto en aquella pequeña isla en la que también se podía consumir marihuana.