En estos pasajes de ferries atestados de gente es donde sentía que de verdad estaba viajando, es la lucha diaria de un viajero y donde todos los huesos de mi cuerpo quedaron machacados al dormir toda la noche en una tabla, no encontraba postura en el barco pero al final pude dar una cabezada para despertar a las 6 madrugada viendo un nuevo amanecer cuando faltaban dos horas para llegar por Mar a la isla de Coron.