Con su alma medieval que la encontré más fría y oscura que las otra capitales de sus países vecinos Riga y Vilna » en Letonia y Lituania» . Con sus grandes muros y las altas torretas de sus fortalezas el invierno allí se podía sentir más cerca pues sus calles se tiñeron del blanco de la nieve. En mi estadía en los hostales sentía la misma interacción distante entre la gente que cuando había pisado por primera vez el continente. Por lo general era cuando se bebía alcohol cuando los rostros se animaban. Avanzaba muy deprisa en bus eso sí. Eran países pequeños, estaba tres días en uno y al siguiente ya estaba en otro nuevo. Yo no estaba acostumbrado a viajar así de rápido, en realidad contaba países como churros y me preguntaba qué significado tenía eso. De todos modos cada capital que visitaba por los países bálticos era más hermosa que la otra. Me pasaba lo mismo en la mayoría de ciudades europeas, eran ciudades de amor a primera vista, pero también descubría que había una separación entre nosotros, que en una visita tan fugaz no me acercaba lo suficiente para interiorizar en ellas.