Lijiang
Lijiang es la capital de la etnia Naxi, mayoritaria en la zona, y tiene más de ochocientos años de antigüedad. Está rodeada de bellas montañas y tiene canales por los que baja el agua pura de la montaña. Tiene tantas pasarelas y calles empedradas que es como viajar al pasado. Y son sus puentes de piedra, sus arcos y pasillos entre los ríos los lugares que más te enamoran. Todo, sus faroles, sus techos con tallas de aves y dragones, sus casas al borde de los canales de agua, todo remitía a un mundo de fábula, una ciudad mimetizada con la naturaleza. En Lijiang, cuando entraba en una farmacia de medicina tradicional china me quedaba tonto mirando la cantidad de hierbas medicinales que tenían en lugar de fármacos, pero lo que más me llamó la atención fue la variedad de tés. Una gran variedad de hierbas, en hojas sueltas y comprimidas, ocupaban las estanterías de madera. Té en nido de pájaro, té de galleta o pastel, tortas de té, terrones de té, té compacto en ladrillo, rectangular, cuadrado, de disco, achatado, de bolas redondas o empaquetado en moldes.
Dalí
Entré caminando por la Puerta Sur, o puerta de las cinco glorias Wuualou, sorprendido, puesto que no me esperaba una antigua ciudad amurallada. Al observar su edificio principal de madera, con tres plantas, me conmovió su belleza. Dalí consistía en un entramado de calles adoquinadas que convergen en el centro, donde estaban las tiendas, los restaurantes y todo lo que uno necesitara. La ciudad tenía un ambiente bohemio, de forma que me encontré con mochileros occidentales vendiendo fotos y postales de sus viajes en la calle a los turistas, cosa que no había visto en otro lugar de China y que agradecí después de varios meses sin tener contacto con ningún extranjero.
Dado que llegaba el año nuevo chino, diez de febrero de 2013, y las calles estaban llenas de niños que compraban todo tipo de artículos pirotécnicos, petardos, tracas, bengalas y fuegos artificiales. Las puertas de las viviendas se adornaban con bandas de papel, y de estas colgaban los típicos faroles. La familia de la casa donde me hospedé me ofreció pasteles como cortesía al entrar. Mi cuarto, en vez de literas o camas constaba de pequeñas tiendas de campaña con una cómoda colcha para dormir adentro. Siendo el único anfitrión no estaba mal, era un lugar muy barato, original y limpio. Me gustó dormir en aquella tienda, pero no había entrado con buen pie en Dalí; caí enfermo ese mismo día y tuve que salir, entrada ya la noche, a buscar medicamentos. A las doce en punto de la noche, hallándome dentro de la tienda, un ruido fuerte y ensordecedor me despertó, se iluminaba el cielo de colores con los fuegos artificiales, y fue al asomarme por la ventana cuando me convencí de que ni siquiera con otro año viajando por China acabaría conociendo tan inmenso país. Es tan grande que en sí mismo es otro continente.
Para mí las ciudades de esta provincia son más placenteras , cuando iba por una de las calles de Dalí conocí un chico argentino vendiendo postales de su viaje, enfrente tenía una mesita con su presentación , un mapamundi con ruta señalada , atrás una bicicleta de Tanden, el chico es economista y abandonó su puesto en el banco de Buenos aires » Argentina» para recorrer el mundo con su novia, en el camino tuvieron un hijo que nació en la India y viajaban en un tándem de 3 » Papa , Mama e Hijo, 7 años de vuelta al mundo en bicicleta.
Xishuangbanna
Había entrado totalmente recuperado a la ciudad de Xishuangbanna y al bajarme del bus me subí a una moto que me dejó en la puerta de un hotel. Cuando salí a dar una vuelta pensé que estaba en Tailandia y no en China, la mezcla de estilos arquitectónicos hacía que me sintiera más cerca del sudeste asiático. Entre figuras de elefantes y budas, con un clima cálido, me parecía estar paseando por las calles de Bangkok, con los puestos de comida a ambos lados de la calle. Me detenía a comprar todo tipo de frutas tropicales: piñas, mangos, melones, papaya, durianes, chirimoyas, plátano o árbol de yaca. Caminaba libre e independiente, viéndolo todo exótico a mi alrededor; las palmeras en los parques, jardines botánicos y pavos reales. Yo estaba encantado; sin embargo, me apresuré a salir del país.