La historia de las guerras de la antigua Yugoslavia o guerras de los Balcanes me adentraron a explorar aquellos territorios menos conocidos. llegue a Croacia y mi primera visita fue a Split una de las ciudades mas antiguas del país puerto marítimo de la costa dálmata, en el mar Adriático. Allí la flora subtropical crecía entre sus muros y ruinas arcaicos salpicados por un sol mediterráneo.
DUBROVNIK
En lo alto de la muralla el sol incidía con particular belleza y me di cuenta que había miradores. Entonces decidí subir. Lo hice por unas escaleras en un pasillo angosto y empedrado. La perfección de lo que alcanzaba a ver era la de una obra faraónica. Dos kilómetros de muro ininterrumpido rodean la ciudad antigua del siglo xiv. Era asombroso recorrer a pie aquel baluarte defensivo con sus 940 m de longitud en sus paredes y muros de hasta 25 metros altura. De vez en cuando hacía una pausa y me fijaba en la cantidad de torres circulares, cuadrangulares y bastiones defensivos que forman todo el conjunto. En sus robustas paredes que caen en una doble línea aferrándose al acantilado del mar.
Cuando vi desde lo alto la panorámica de la vieja ciudad con las fachadas de las casas reconstruidas tuve la sensación de que allí no había habido ninguna guerra, ningún recuerdo latente. Era difícil de creer que había sido bombardeada por los serbios y montenegrinos tan solo diecisiete años atrás. Las gaviotas se posaban sobre los techos parejos de tejas naranja, en las cúpulas de las iglesias se apreciaba un tono más oscuro tirando a gris marrón, y en la torre del reloj las campanas sonaban.
Desde lo alto, si enfocaba la vista a lo lejos en el horizonte hacia afuera de las murallas la otra parte de la ciudad se aferraba a la montaña. En la colina asomaba un verde frondoso y un poco hacia abajo las casas. Entre ellas cantidad de robles que se enroscaban para dar aire cálido y oxigenado. Por el medio un teleférico subía a un pequeño altiplano en su parte alta. De tal manera que, desde mi perspectiva dentro de la muralla miraba Dubrovnik como una lengua lamiendo el mar. A mar abierto, muy cerca divisaba detrás de mí solitaria y pequeña la isla de lokrum, lo que es un bosque frondoso de pinos, laureles, cipreses con palmeras, cactus y plantas exóticas.
Saliendo del fortín hacia la moderna ciudad conocí a Magaly, una mujer venezolana. Entonces escuchar hablar mi idioma en un lugar donde no me lo esperaba me lleno de gozo y alegría. Magaly tenía tantas ganas de hacer cosas a su edad que me hizo darme cuenta que no tenía ningún motivo para sentirme aburrido. No por ser aventurero mi vida debía ser plenamente feliz. Lo que podía ver en Magaly era como ella cultivaba su espíritu con positivismo y bienestar estando en propia paz interior consigo misma. Magaly me brindó su tiempo con amor y me pidió que le diera el gusto de presentarme a su marido. Acto seguido hizo una llamada a Nick y quedamos para reuniremos con él en la biblioteca.
Nick, un hombre ya cercano a los noventa años comenzó a hablar en voz baja. No pude evitar hacerle una pregunta:
—¿Qué edad tienes?
—La edad del universo –contestó Nick
Si tú me dices la edad que tiene el universo te diré la edad que tengo yo. Me dijo Nick, dejándome sin palabras.
Aquel señor que tenía enfrente era brillante. Tenía mucha suerte de haberlo conocido. Lo primero que me dijo fue que nada es casualidad, sino causalidad, así como la muerte no existe como la tememos sino como una transformación. Escuchando sus palabras supe que Nick era de esas personas que tenían respuesta a cualquier pregunta. Me pasé horas escuchándolo. Su vida es para escribir un libro aparte.
Lo último que me dijo Magaly fue un Epitafio de Confucio: “Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar”. Mientras cruzaban la calle hacia la dársena el bus llegó. El encuentro con Nick y Magaly me había vuelto a llenar de alegría. Era ese tipo de encuentros tan cortos y profundos que te marcan para siempre. Se iban y allí me quede de nuevo solo, algo triste y pensativo. Aquella noche dormí agradeciendo a la vida por volver a ponerme bellas personas en mi camino.