Otra inmensa ciudad, de diez millones de habitantes, que al igual que Tokio mezclaba la tradición con la modernidad. En pleno corazón de la urbe encontré palacios y un barrio residencial de viviendas tradicionales coreanas, hanok, con sus calles empinadas y las casas restauradas, cimentadas sobre roca, con materiales de madera, paredes de arcilla y tejados curvos, que daban la misma sensación de estar paseando por un pequeño pueblo. Al fin, la gran metrópoli que es Seúl me mostraba un hábitat natural, en pleno centro urbano, con la revitalización del arroyo Cheonggyechon, que atraviesa la ciudad de oeste a este.
Se adornaba de luces y letreros en la zona comercial de Myendong, con sus tiendas de alta gama, grandes almacenes y puestos de comida callejera. Todo funcionaba hasta altas horas de la noche en una ciudad que nunca duerme. En Isadong, el ambiente era más relajado, se podía entrar a una casa de té, mirar alguna pequeña galería de arte o sentarse en un café a leer un libro.
Un día cuando me dirigí a visitar las casas tradicionales Coreanas , sin saberlo presencie una demostración de Taekwondo , escenificada con música y obra de teatro , increíble esa conjugación de artes marciales y espectáculo, muy bonito no podía faltar el Taekwondo deporte por excelencia de este País.