Kampog
A Brat lo conocí en Battanbag, despúes lo volví a encontrar en la capital Phon Phen donde pasábamos días jugando al billar y ahora de nuevo lo encuentro de sorpresa en este pequeño y apacible pueblo llamado Kampog que él mismo me había recomendado. Allí estábamos, era una calle sin asfaltar y poco iluminada como casi todas las ciudades Camboyanas.
Con Brat conocÍ los alrededores de Kampog y me llevó a una casa local un poco a las afueras que era un restaurante con tan solo tres mesitas separadas por bambú y unas hamacas para tumbarse donde comimos una parilla o barbacoa Camboyana que se sirve en una olla en la mesa donde en una parte haces la carne a la plancha y en otra un caldo con fideos y verduras.
Al costado del Río Kamchay se levanta la avenida principal donde la vida es pausada y hay algún que otro chiringuito para pasar un buen rato. Brat aquella noche que estábamos los dos escuchando música en un bar se unió al grupo para tocar la flauta un instrumento que siempre viajaba con el .
Estuvimos unos días disfrutando de la tranquilidad en este pequeño rincón, pero aquel día que yo partí en la mañana no pude despedirme de Brat, estoy seguro que él estará en algún otro lugar del mundo tocando la flauta y disfrutando la vida.
Sihanoukville
La playa es un largo y estrecho brazo de arena a rebosar de sombrillas y chiringuitos apelotonados donde los camboyanos locales venden sus productos, desde masajes en la tumbona mientras descansa, a pintar las uñas, hacerse la manicure y pedicure o depilación. Los niños les venderán pulseras y souvenirs y las mujeres ofrecerán sus langostas y mariscos.
Camboya no la encontré en aquella época tan desarrollada como sus vecinas Tailandia y Vietnam, cuando yo visité Sihanoukville aún estaba creciendo con pequeñas construcciones y alguna cabañita donde yo pude disfrutar el destino playero de Camboya.