La Guerra en Bosnia-Herzegovina está relacionada con la disolución de Yugoslavia. Las Guerras de Yugoslavia fueron una serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia que se sucedieron entre 1991 y 2001. Comprendieron dos grupos de guerras sucesivas que afectaron a las seis exrepúblicas yugoslavas.
SARAJEVO
Cuando llegué a Sarajevo mi trayecto terminó a las afueras del centro de la ciudad. Comenzó a nevar muy fuerte a mi llegada y los copos de nieve comenzaron a caer con mucha intensidad acentuando así la incertidumbre de no saber en dónde estaba.
Aquella distancia al centro urbano la recorrí en el tren eléctrico n.3. Aquellos tranvías de época conferían un carácter especial al lugar que vivió cuatro anos de asedio durante la reciente guerra de Bosnia (1992-1995). Atravesaba la ciudad paralelo al río Miljacka por la calle obala kulina bana en el extremo este, donde apareció a mi derecha el puente latino con sus cuatro arcos de piedra sostenidos por tres gruesos pilares.
VIJECNICA
Al otro lado de cara al río me llamó la atención un edificio de arquitectura islámica-morisca «Vijecnica» hoy en día el ayuntamiento de Sarajevo pintado de amarillo pálido y con rayas marrones. Al frente destacan sus columnas con arcos de herradura en el centro con los aleros en el techo en forma de torre y corona de rey. Lo que era la antigua biblioteca nacional que fue totalmente destruida años atrás con bombas por los ultranacionalistas serbios, en la ciudad que vivió cuatro años de asedio durante la reciente guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995).
BACARSIGA
Fue en aquella altura que el tranvía hizo un giro a la izquierda hacia el área de Bascarsiga. En aquella parada me bajé en el centro histórico donde está el viejo bazar. Rodeado de pequeñas tiendas de madera, donde vendían orfebrería de cobre y latón con sus juegos de bandejas y cafés.
En la plaza de Bascarsiga construido bajo el dominio otomano destacaba una fuente publica de madera y piedra donde se sentaban a dar de comer a las palomas. El llamado a la oración era el preludio del fin del día. Entonces fijaba la mirada al frente en el minarete de la mezquita que sobresalía como un pirulí de caramelo siendo este de piedra, con sus cúpulas redondas dibujando sombreros de copa sobre los tejados con sus chimeneas y viejos canalones. Al fondo podía ver el contorno de las colinas de los Alpes Dinaricos bosques de pinos sombríos en invierno y las casas esparcidas por la ladera.
Fijaba mi mirada en las mezquitas sinagogas e iglesias ortodoxas y cristianas. Variedad de creencias que me hacía pensar en lo multicultural que era Bosnia Herzegovina el porqué de un conflicto reciente que yo había vivido por las noticias de la prensa y visto por la televisión.
Haciendo un recorrido por la ciudad todavía había clarividencia en las paredes puertas y ventanas de los edificios donde se podían ver cientos de agujeros ocasionados por el impacto de la metralla .
MOSTAR
A mi llegada a Mostar me encontré con una pequeña y tranquila ciudad de calles empedradas. Lo que pensé fue que sería perfecta para recorrer andando.
Durante el recorrido podía ver las casas de piedra con sus paredes llenas aún de impacto de metralla y sin reparar, las puertas, señales de tráfico agujereadas por balas. Un verde frondoso asomaba por los muros y tejados de sus hogares donde se elevan las ramas de los árboles a la altura de los minaretes y campanarios. Rodeado de calles empedradas tenía la ciudad ese toque medieval, las mujeres enseñaban sus telas y manteles y en los puestos vendían salchichas con pan de pita salsa picante y cebolla cruda.
CUMPLEAÑOS PETROVI
Fue dueño de la casa donde me hospedé de apellido Petrovi quien me abrió la puerta y se me presentó directamente diciéndome que celebraba su cumpleaños. Compartiendo el momento festejamos bebiendo chupitos aquella tarde que se hizo de noche. Su amigo Sasa Dermanovic guitarrista bajo de Mo Selection Band me contaba cómo se habían formado muchos grupos de Rock después de la guerra para curar las heridas con la música. Yo no quería hacer preguntas para no faltar al respeto. Fue con el goce presente donde pude compartir de alguna manera aquel dolor. Todo el patrimonio cultural que había sido destruido y atesoraba la memoria del pueblo (en los libros de la biblioteca nacional de Sarajevo) pareciera estar allí en la letra de sus canciones en sus palabras voces y testimonios presentes. Como quien tiene el derecho moral de con su arte y las palabras transmitir el legado para sanar las heridas de una guerra.
PUENTE STARI MOST
Era yo quien caminaba contemplando el verde de las colinas atravesando el puente Stari Most que se eleva sobre el río Neretva. Desde lo alto se filtraba la luz por debajo la pasarela arqueada cayendo al agua con sus torres por ambos lados y las casas a pie de monte sobre la orilla del río. Ya no había peligro de bombas ni nada que temer, el puente viejo de piedra del siglo dieciséis estaba reconstruido tras su destrucción durante la guerra de los noventa. Podía creer que es el hombre el único animal que mata y destruye para luego sentirse arrepentido. Cruzando el puente que une las dos partes de la ciudad católicos y musulmanes convivían juntos. Mi camino seguía al frente dejando a un lado la discordia. Rodeado de boscosidad entre tenderetes que vendían todo tipo de souvenirs, artilugios militares como gorros, gafas, chapas, cargadores, bolígrafos, llaveros fabricados con casquillos de balas.
Ojeando en mis manos unas fotos de la ciudad destruida años atrás me daba cuenta que el trágico pasado es hoy en día una manera de salir adelante para sus habitantes. Lo que es una fuente de ingresos debido al turismo. Continuaba sin notar nada extraño y fue así como al poco rato me di cuenta que las personas tendemos a estigmatizar las cosas, a ver tendencia de una guerra donde ya no lo hay. Por eso Mostar me estaba regalándome un nuevo día.